La recordada frase del detestable personaje de «Wall Street», genialmente interpretado por Michael Douglas, volvió a mi memoria al ver los ¿resultados? ¿consecuencias? de la celebración del inexplicablemente popular Día de Amigo.
«¡Qué antipático!», dirán algunos. Si. Y ni siquiera tengo perro.
Tengo algunos buenos amigos, a los cuales no molesté con mensajes, mails y esas cosas. En algún momento les mandaré un mail (a los que están lejos) o los llamaré (a los más cercanos) para decirles que los quiero, pero no por «obligación oficial».
Informa Clarín: «Como en cada 20 de julio, el servicio de SMS, no dio abasto. Así lo confirmaron hoy las empresas prestadoras de servicio de telfonía celular como Movistar, CTI y Personal».
Se hablaba esta mañana de 200 millones de mensajes (lo cual suena un poco exagerado), de los cuales deben haber llegado a distino… 4 (lo cual puede sonar exagerado también).
De todos modos, entre esto y las reservas de restaurantes, por caso, sólo puedo concluir que fué un gran negocio para pocos. Es decir (y a tono con el origen de la «celebración») nos volvieron a clavar la bandera… porque estabamos en la luna.
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