Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.Martin Niemöller. Sermón en la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern, Alemania.
La guerra. El discurso de siempre. Las excusas de siempre, replicando hasta el infinito el discurso que los poderosos imponen a sangre y popcorn para justificar el gasto militar, la apropiación y el crimen desde siempre. Porque esto no arranca el 11/9.
Los ¿grandes? medios aprendieron, desde aquello de los pingüinos empetrolados, que los misiles y la sangre sólo se deben mostrar de lejos, de noche, en dosis homeopáticas.
Mientras tanto y en el medio, la gente. Y entre la gente, los chicos.
Una vez más, debo agradecer a Román y a la Tribu, quienes hallaron y publicaron este video.
Enrique,
Excelente texto muchas veces mal atribuido a Bertolt Brecht.
Tuve ganas de escribir sobre el tema pero aun no encuentro algo interesante para aportar. Tanto dolor, tanta muerte, tanto odio de ambas partes… pareciera que todo lo que podemos decir es en vano.
un abrazo,
Lisandro
Lisandro:
Me sucedió algo parecido, pero finalmente estas imagenes me decidieron, sino a decir, al menos a mostrar.
Gracias por pasar. Un abrazo,
No es un tema sencillo. A mí me ocupa gran parte de la disponibilidad emocional que tengo. Me costó publicar algo y ahora me cuesta pasar por allí. Siento una gran congoja y una profunda vergüenza como ser humano.
Este es capitalismo, muchachos, en su fase superior neoliberal desaforada. Hoy recibí un gráfico que muestra cómo entre 1946 y el 2000, Israel se ha ido quedando con todo el territorio que era, originalmente Palestina.
Querido Daniel:
Justamente porque vi tu compromiso con la cuestión en tu blog, es que me acordé del sermón de Niemöller y decidí publicar algo también aquí.
Más allá de toda consideración, si permitimos que nos hagan un callo a la emoción y al sentido de justicia, estamos acabados.
Aunque no podamos hacer mucho, el hecho de enojarnos y solidarizarnos nos mantiene, creo, despiertos.
Un abrazo,