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Los ‘valores por omisión’, o la entrega de la decisión

En un completo informe publicado hoy en Cookingideas [1], se explica en detalle la trampa en la que puede caer el usuario desprevenido -o perezoso, digámoslo también- al desconocer estos mecanismos llamados «valores por omisión» -incorrectamente llamados «valores por default»-, una opción que se aplica ante una decisión cuando la persona no toma en la práctica ninguna decisión. Y no sólo en el mundo digital, sino en el real también. A modo de ejemplo y para ampliar la explicación, afirma que:

En los restaurantes en los que se pueden elegir raciones grandes y pequeñas, pedir simplemente «… y unas patatas fritas» sin especificar nada más, conllevará que te sirvan la ración grande –que normalmente deja más beneficio para el restaurante– aunque tal vez hubieras preferido la otra si realmente hubieras tenido que elegir conscientemente.

Los navegadores de internet, los gadgets -como las cámaras digitales-, los sistemas operativos, el software en general y hasta la donación de órganos, todos hacen uso de los valores por omisión «porque sería poco práctico obligar al usuario a rellenar un cuestionario de cien preguntas antes de que pudiera ponerse a trabajar», como se afirma en la nota. El usuario es quien puede luego -en teoría- cambiar esas opciones a su gusto.

La razón de ser de los valores por omisión es clara: los usuarios muy raras veces cambian nada.

Ya sea la resolución con las que hace fotos la cámara digital, la página por la que arranca el navegador o el número de acceso a través del que el móvil se conecta a Internet, sólo un reducido número de personas modifica esos «valores de fábrica». De todos esos que no lo hacen, la mayor parte es simplemente porque no saben cómo hacerlo, el resto porque no lo consiguen aunque lo intenten y otro porcentaje pequeño porque sencillamente no les importa. Y entre la minoría que lo logran, la mayor parte son geeks chiflados por la tecnología que quieren conocer y manipular todas las posibilidades «secretas» de los aparatitos, frente al resto de usuarios más o menos convencionales.

Recomendamos la nota completa, que se puede leer haciendo clic aquí. [1] Después de salir del asombro por lo que leyó, querido lector, por favor piense cuanto de lo que usa en su entorno diario -en el mundo digital y el analógico- está siendo definido, configurado, decidido y hasta vendido por otro que no es usted.

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