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De cada 10 hombres, 5 son la mitad

Me encantó el artículo de Ivan Skvarca titulado «Estadísticas tramposas», que publicó educared en su sección TamTam [1], un «espacio creativo para personas de 13 a 18 años». Llegué allí gracias a un post de Microsiervos [2], en el que se trata el tema de las estadísticas sobre la distribución de líneas móviles: se supone -estadísticas mediante- que estamos cercanos a la línea por habitante del planeta, cuando se sabe que la distribución de ellas es por demás desigual.

Los microsiervos tratan el tema comparandolo con la estadística del Vaticano, que Skvarca explica así en su artículo;

En la Ciudad del Vaticano hay dos Papas por kilómetro cuadrado. ¿Pero acaso el Papa no es uno solo? Sí, pero la superficie del Vaticano es de medio kilómetro cuadrado; por lo tanto el promedio de Papas por kilómetro cuadrado es de dos.

¿Podría justificarse cualquier disparate con una estadística adecuadamente manipulada? Por supuesto. Y si bien muchas de las citadas aquí rozan lo humorístico, podría plantearse la posibilidad de que asuntos más serios se puedan teñir de certeza o legalidad con sólo manipular convenientemente los datos, más allá de la inexactitud o la mentira subyacente en los resultados. ¿Le resulta conocida la historia, amigo lector?

Skvarca desarrolla su teoría así:

Con promedios y estadísticas pueden plantearse situaciones muy paradójicas y divertidas; a veces por un abuso de exactitud, como en el caso anterior, o como en este otro, algo teñido de humor negro: la inmensa mayoría de las personas tiene una cantidad de piernas superior al promedio. A veces la rareza surge por una interpretación maliciosa y errónea de los datos. Por ejemplo: el 30% de los accidentes de tránsito ocurre cuando el conductor está ebrio. Por lo tanto, el 70% de los accidentes de tránsito ocurre cuando el conductor está sobrio. Como consecuencia, es más seguro manejar ebrio que manejar sobrio.

Todos sabemos bien que conducir bajo los efectos del alcohol es extremadamente peligroso; pero no es sencillo desmontar el razonamiento y señalar cuál es su error. También relativo a la seguridad vial tenemos este otro argumento extravagante: la probabilidad de tener un accidente de tránsito aumenta con el tiempo que dura el viaje en auto. Por tanto, cuanto más rápido manejes para llegar a tu destino, menor es la probabilidad de que tengas un accidente.

Algunos razonamientos estadísticos extraños no son más que falacias que se sostienen en una variable cuidadosamente oculta. Veamos esta historia. Un científico va a una escuela para examinar a todos los alumnos. Primero mide la altura de cada uno y luego les toma una prueba de lectura. Al analizar los datos descubre que los que mejor leen son los que miden más. ¿Esto significa que los altos son más inteligentes que los petisos? Por supuesto que no. Los altos son los que tienen más edad y naturalmente saben leer mejor; los que miden menos son más pequeños y recién están aprendiendo.

Pero la estadística a veces también nos da buenas noticias. La tasa de natalidad es el doble que la tasa de mortalidad; por lo tanto, una de cada dos personas es inmortal.

Que los números ejercen una fascinación en nuestra comprensión de las cosas es innegable. Si hay números y gráficas justificando un asunto, tiene que ser verdad. Por ejemplo, para el INDEC la inflación en mayo [3] fue de solo el 0,7%. Aunque eso, claro, ya no se lo cree nadie.

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