mega888 Resultados de la búsqueda de «celular» – Página 2 – Apuntes e ideas sueltas sobre tecnologías y otros asuntos Saltar al contenido

El celular del futuro

Ayer en «Plan a» me preguntaba Gustavo Rezzoaglio cuál es el futuro de los celulares. En enero de este año reproduje un artículo de MateriaBiz.com al respecto, que creo oportuno rescatar aquí:

El celular del futuro: TV, documento de identidad y tarjeta de crédito

El teléfono celular, tal como lo conocemos, está en vías de extinción. El aparato todo poderoso está reconfigurando el futuro de muchos negocios…

La tecnología está provocando cambios a una velocidad increíble, y la telefonía es un ejemplo de ello.

El término telefonía viene del griego «tele» (distancia) y «fonia» (sonidos). La voz sigue siendo una parte importante, la vaca lechera de los ingresos de los operadores móviles (por decirlo de algún modo). Sin embargo, el crecimiento de las telcos se basa en la creación de nuevos servicios.

Inicialmente, la «killer application» de la telefonía móvil fueron los SMS. Este canal de comunicación, creado para el control interno de las empresas, se adaptó para permitir el envío de mensajes entre los usuarios y disparó un crecimiento increíble. La televisión interactiva rentable nació con el envío de mensajes a programas como Operación Triunfo y American Idol.

Los sonidos de aviso de llamada abrieron el campo a los ringtones monofónicos que se podían descargar al móvil y luego a los polifónicos. Hoy, podemos escuchar canciones o crear melodías personalizadas. En medio de reuniones del más alto nivel no es extraño que suenen bandas sonoras de conocidas películas.

La mayoría de los celulares permiten desde hace bastante tiempo sacar fotos (cada vez con mayor resolución). Los más modernos permiten grabar videos con una resolución y calidad aceptables. Así, están surgiendo iniciativas para convertir en reporteros a cientos de personas anónimas. Accidentes o eventos son grabados en primera persona por protagonistas con sus teléfonos, y colgados en la red con sólo pulsar un botón.

De hecho, los celulares ya se conectan a Internet con facilidad. Bloggers de todo el mundo actualizan los comentarios en tiempo real desde sus Blackberries. Periodistas escriben crónicas instantáneas o chequean su email. Google ha creado una versión de su email adaptado a las peculiaridades de estos terminales.

Incluso el teléfono móvil se está convirtiendo en herramienta de relación. Compañías de citas online facilitan poner en contacto perfiles similares que buscan pareja, o empresas de selección de personal actualizan a los candidatos sobre su proceso de selección con el móvil.

La explosión de tecnologías secundarías como GPRS y el esperado 3G ha permitido cada vez más móviles y más servicios. De hecho se espera la llegada de las redes WiFi y del WiMax con una mayor capacidad aún. Esto provocará un cambio en la manera de comunicarse con la red móvil. El mayor ancho de banda permitirá crear servicios más complejos, como juegos para el móvil, o contenidos de mayor tamaño, como videos.

El siguiente paso es la televisión en el móvil. Ya se han creado estándares para facilitar la recepción de señal de televisión en las terminales. Diversas cadenas de TV ya están ofreciendo contenidos. Los nuevos móviles tienen pantallas más grandes, con menor consumo y mejor resolución. Incluso, se han creado ya miniseries de televisión exclusivas para móviles.

El cambio de los últimos años es increíble. La convergencia tecnológica ha provocado que la característica diferencial de los teléfonos móviles no sea sólo por oposición a teléfonos fijos. Como decía la publicidad de un operador internacional, «hemos pasado de llamar a lugares a llamar a personas».

Ya existe una generación que no comprende la vida sin teléfono móvil. Un dispositivo personalizado que siempre está con uno, que permite comunicarse e informarse, tiene agenda, email, y funcionalidades de una computadora y puede conectarse en múltiples países del mundo.

El teléfono móvil ya no es un dispositivo para hablar en la distancia. Es un complemento personal para la vida diaria que está cambiando nuestra manera de hacer muchas cosas cotidianas, tanto a nivel personal como empresarial.

Ed Zander, CEO de Motorola lo llama «el dispositivo anteriormente conocido como teléfono celular». El futuro de la revolución móvil viene por el mismo camino que el de Internet. La Web 2.0, una nueva Internet basada en la creación de contenidos y software por los propios usuarios, está llegando al móvil. Redes sociales, TV, medio de pago (mobipay), sistemas de recepción automática de información, blogs.

En el futuro el dispositivo móvil se puede convertir en un medio de identificación más, mezcla de tarjeta de crédito y documento de identidad, en el último paso hacia la convergencia entre nuestro mundo actual y el ciberespacio de Internet.

Fuente: MateriaBiz.com

‘Plan A’: los celulares y un debate necesario

Hoy tuve el enorme placer de participar del programa «Plan a«, en Canal 3 de nuestra ciudad, por invitación de su productor Fabián Scabuzzo.

El tema convocante fué «Los celulares y la dependencia tecnológica», con un panel multidisciplinario entre los cuales estuvo la escritora Angélica Gorodischer, entre otros notables. Un lujo.

Estas son algunas de nuestras intervenciones en el programa:

Sobre la dependencia a los celulares y la tecnología en general: «Cuando el hombre dejó de usar sus manos para usar una herramienta, ya hubo dependencia».

Falta un debate necesario sobre la influencia de los problemas de seguridad, la publicidad, la salud, etc.

Es para destacar el buen trato de todos, en especial de Fabián y de Gustavo Rezzoaglio, el conductor del ciclo, quien con mucho profesionalismo lleva las riendas de un debate a veces caliente.

Se notó el esfuerzo por abordar un tema complejo desde diferentes áreas y visiones, aunque por lo escaso del tiempo quedó mucha tela para cortar.

En definitiva, una buena experiencia.

Memoria de la pandemia: solucionismo e imposición en cuarentena

[Comparto aquí mi intervención en el Foro de ADICRA 2023 en Rosario]

Alguien alguna vez dijo que el estado natural del usuario de informática es la frustración, y un poco en broma y un poco en serio, esto hace que haya tanto mouse y teclado roto… Más allá del chiste, está la cuestión de que se nos sometió y somete a una manera de trabajar que tiene tantas limitaciones y tiene tantas frustraciones.

Por un lado, el solucionismo, como lo llama Evgeny Morozov, esto es, pensar que todo se soluciona a partir de un sistema informático, de que la solución a todas las cosas mágicamente sucede porque hay un algoritmo trabajando. Es una fantasía, porque en realidad técnicamente puede funcionar, pero hay toda una cuestión social detrás de eso que, si no se contempla, termina frustrando a todo el mundo.

Y por otro, lo que yo llamo «imposicionismo». El investigador Fernando Trujillo decía por aquellos días en Twitter, “¿no hubiera sido hermoso que, en lugar de lanzarnos a una docencia online inmediata, improvisada, nos hubieran dado las instrucciones para trabajar?”

Eso es la imposición. Yo tenía a mi madre en Buenos Aires y la última vez que estuve con ella, en enero del 2020, había recibido recientemente la tarjeta del banco con su jubilación, pero iba todos los meses a cobrarla al banco, y fue un descubrimiento cuando la llevé al cajero y le mostré como usarla y como comprar y pagar con ella. Todo un mundo que para ella no existía. De hecho, la tarjeta estaba vencida, hubo que pedirla de nuevo. Y era una ventaja, un servicio, era una ayuda que tenía desde hacía varios años. Entonces, no funciona imponer la tecnología, como no funciona tampoco pensar que es la solución a todos los males.

Dicho esto, ¿qué pasaba con esta cuarentena? Nos caían encima toneladas de consultas de gente que se encontraba en la obligación de hacerlo, y en el 99% de los casos con la pasión detrás de querer hacerlo, pero con la limitación del solucionismo y la imposición, que hacen que sea más un estado de frustración que de satisfacción por la solución tecnológica.

Sabemos que la tecnología tiene sentido cuando brinda una solución. Cuando trae un problema, ya es otra cosa. Como escribiera David Dickson en el clásico Tecnología Alternativa, «los problemas sociales asociados a la tecnología no provienen de la propia naturaleza de la tecnología sino de cómo se usa». Por eso no se produce un cambio genuino.

Hacemos lo mismo pero le cambiamos el soporte, y no sé si es esa una transformación real. Es decir, filmarnos en un pizarrón y subirlo a YouTube o mandar como tarea leer un libro digital en lugar de leerlo en papel, está bien, no estoy criticando. Lo que estoy diciendo es que cambiar el soporte únicamente no sirve. Tiene que haber una transformación real, un valor añadido que le pueda dar a esto que estoy utilizando.

Es decir, en lugar de buscar un mapa usar Google Earth y viajar por el mundo, o usar un sitio de un museo en 360 grados por ejemplo, ese tipo de cosas le dan el valor agregado que no tenemos en otros soportes. Pero para eso se necesita estar informado, estar enterado, estar capacitado, saber que existen esas cosas, porque si no nos quedamos en esto de reemplazar el soporte, que no deja de ser válido porque tiene su comodidad, tiene sus ventajas, pero no es la transformación profunda que estamos proponiendo.

En plena implementación del programa Conectar Igualdad participé de un encuentro en el que expuso alguien de la UNR, que actuaba como entidad veedora para nuestra región, y mostraba orgulloso como, en una escuela en una isla frente a la central de Itaipú los chicos usaban netbooks en vez de libros. Yo le pregunté, “Bárbaro, ¿Y? ¿Cuál es el cambio?”  Pero claro, el riesgo de esto es el de ser tildado de ludita

Leer a Michel Serres y su Pulgarcita me produjo una pequeña revolución, porque lo que plantea ahí es que en realidad el problema está en que los que quieren reformar parten de modelos que ya son perimidos. No hay una revolución en esto. Entonces estamos tratando de modificar la situación basándonos en modelos que ya no tienen más vigencia.

Un ejemplo muy gráfico: se prohíbe el celular en la escuela. Entonces, en lugar de incorporar la herramienta, se prohíbe, ¿Por qué? Porque los que plantean esas cosas lo hacen en base a modelos que ya hace tiempo son perimidos, que ya no tienen más vigencia. Entonces nos chocamos con esto: si queremos modificar y estamos escasos de ideas es porque en realidad no tenemos de dónde abrevar para tomar esas ideas.

Y, por otro lado, cuando hay una bajada de línea es por imposición. Y qué decir del hecho de que mientras la provincia de Santa Fe prohibía por ley en 2006 el uso de celulares en el aula, el municipio rosarino hacia sus “Campamentos digitales” en 2009 incluyendo magníficas experiencias justamente, con celulares. Nuevamente releyendo a Dickson: no hay tecnología sin intencionalidad. Seguramente política, en este caso.

Nuestros chicos ya incorporaron esta tecnología hace muchos años, entonces, no estamos lidiando con la dificultad de los chicos sino con la dificultad del adulto de generar nuevos modelos que produzcan un cambio realmente revolucionario en la educación. La llegada del ChatGPT y las tecnologías de inteligencia artificial al aula es otro caso: interpela, no tanto a los chicos sino a nosotros y nuestras prácticas.

Tiempo atrás, estaban arreglando una escuela en Oklahoma, Estados Unidos, y al derribar una pared apareció un pizarrón que tenía más de 100 años, de 1917. Se veían ahí los mismos dibujos, los mismos textos y las notas musicales escritas en el pizarrón, tal como se ven hoy en tantas escuelas.

El pizarrón de 1917

Entonces digo, desde el más profundo respeto, esto: si pensamos en un auto o en una computadora, o en un avión, en 100 años ha habido una revolución impresionante. En la escuela todavía seguimos con el pizarrón y la tiza. Entonces, los que tienen que bajar línea lo están haciendo desde un modelo que ya no existe más, en un mundo que no existe más, con unos pibes que no existen más. Ese es el conflicto que se presenta.

No culpo al docente, una de las vocaciones más nobles que hay. Pero ejerce en un sistema que parece estar complotado para frenar. Es un carro con ruedas cuadradas, todo es burocracia, todo es papeles. Y la gente creativa realmente queda un poco relegada a todo esto. Hay que llenar un libro antes que sentarse a estudiar o sentarse a crear, a diseñar.

En muchos casos todavía hay que presentar el cuaderno firmado y corregido, y no es que sea malo, de hecho ha permanecido por más de 100 años. No es que sea malo, es que el mundo es otro. Entonces, hay otra realidad por la cual moverse y con la cual encontrar soluciones para esto. ¿Cuántos de ustedes trabajaron durante la pandemia creando libretas e informes digitales para que los docentes llenen y envíen a las familias? Yo fui uno de esos. Apenas terminada la pandemia se volvió a las libretas de cartón. Y qué decir de los videos, charlas, explicaciones, etcétera, que fueron nuestro pan de cada día…

Y hay una cuestión que tiene que ver con apurarse para prohibir también, es más fácil prohibir que investigar, que buscar, que ser creativo.

Supuse que justamente, esta situación de pandemia y de exigencia nos pondría a pensar, y que lo primero que sucedería sería capacitar a los docentes, no por si pasa de vuelta una pandemia, sino porque hemos aprendido que hay otro mundo que todavía no habíamos explorado y que tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías para la educación para realmente producir una revolución digital. Pero no.

Sin embargo, solo era cuestión de escuchar:

En lo personal, quise pensar que más allá de o por encima de lo que pudiéramos aprender de esto tuviéramos memoria de lo que aprendimos, que no nos olvidemos de que hemos aprendido mucho en esta instancia y que vamos a sacarle provecho; que no volvamos otra vez a lo mismo, sino que volvamos dándonos cuenta de qué falta y qué falló para poder seguir evolucionando y creciendo.

En definitiva, para trabajar mejor, para trabajar más cómodos, más contentos y sobre todo para darle a nuestros chicos un producto que les sea legítimo, que no sean parte de un sistema, sino que realmente sean ciudadanos del siglo XXI con todas las competencias que necesitan. Que el cambio sea cultural y no solamente de soporte tecnológico.

Muchas gracias.

Misión posible: las medallas de Tokio 2020 provienen del reciclado electrónico

Como comentáramos en la ocasión, abril de 2017 fue el punto de partida para una propuesta poco menos que revolucionaria: en aquel mes comenzaron a colocarse en edificios y comercios de electrónica en Japón, cajas de recolección para que las personas pudieran dejar allí sus dispositivos electrónicos obsoletos. Luego, con el metal recolectado de esos aparatos se confeccionaron las medallas para la competencia olímpica que está teniendo lugar en estos momentos en aquella ciudad.

Las cerca de 5.000 medallas que repartirán los Juegos Olímpicos de Tokio están hechas con material reciclado de dispositivos electrónicos como laptops, smartphones y máquinas fotográficas.

El proyecto permitió reunir casi 80 mil toneladas de descarte para ser recicladas y obtener el material necesario para diseñar las medallas de estos Juegos. De ese material se rescataron casi 30 kilogramos de oro, cerca de 3.500 kilos de plata y otros 2.200 de bronce, los tres metales con que están hechas las preseas para los tres primeros de cada competencia. También la antorcha olímpica fue confeccionada con aluminio reciclado y los podios, con plástico reutilizado.

Aun frente a la resistencia de muchos japoneses por lo inoportuno de la celebración de estos juegos en pandemia, la iniciativa tuvo éxito. Aunque sin alcanzar las cantidades esperadas, fue suficiente para cumplir con la meta propuesta.


Fuente: Telam

Docencia en la pandemia: un relato que es todos los relatos

Claudia Abraham es una amiga de un amigo.

No aparece en los canales de televisión, las radios o los periódicos. No le consultan sobre la pandemia o acerca de la educación en cuarentena. Tampoco se reúne en mesa redonda con aquellos que deciden cosas, como por ejemplo exponernos a los docentes al contagio por presión de los medios o la protesta de algunos padres. Nada de eso. 

¿Quién es? Claudia se define a sí misma, qué mejor, como «solo una maestra que hace 29 años que transita por las aulas de la escuela pública y que apuesta a transformar junto a sus alumnos y sus padres este mundo tan injustamente desigual». Nada menos. 

En esa apuesta rayana a la utopía, que nos hermana a los docentes en la tarea titánica de transformar por medio de la educación, Claudia nos representa a todos los docentes, creemos. De un modo u otro y en mayor o menor medida, su experiencia nos es común y de allí que sea tan valiosa: viene desde el llano y trae consigo el fuego en el que se cocina la realidad de cada escuela, cada alumno, cada familia y que hace probable aquella transformación.

Hasta aquí, una semblanza de quien nos representa, decíamos, con el texto a continuación, que compartimos con nuestros lectores agradeciendo la deferencia de Claudia de permitirnos publicarlo:


Qué pienso, cuál es mi situación.

Partimos de un piso común, que es el de reconocer que el Estado no se hace cargo de brindar herramientas para que docentes y alumnos tengamos acceso a las tecnologías, tanto en lo que implica la compra de computadoras como en lo que refiere a lo específicamente formativo.

En el “mientras tanto” -que ya lleva más de una década y media- muchos docentes nos fuimos comprando computadoras, y las familias de los niños que concurren a las escuelas públicas, incluso aquellas que viven en los barrios más humildes, fueron accediendo a celulares. El mayor problema, en el caso de los chicos, sigue siendo la conectividad. En mi caso particular, fui aprendiendo todo por ensayo y error.

Mi primer vínculo con la tecnología se dio en la segunda mitad de los ’90, cuando tuve que presentar trabajos en la facultad. Por supuesto que para esa época era impensable que pudiera comprarme una computadora; así que escribía los trabajos a mano y me iba a la casa de mi hermana a tipearlos. Digamos que estaba ante una preciosa máquina de escribir que me permitía borrar sin dejar marcas, guardar en un archivo y presentar de manera prolija las monografías y trabajos prácticos que entregaba a mis docentes de la Escuela de Letras.

Corría el año 2005 y yo seguía siendo una maestra pobre, con nulas posibilidades de adquirir tan preciado bien. Como ya tenía varios ciber cerca de casa, me iba allá a “escribir a máquina”.

Un día fui de visita a la casa de mi hermana, y mi sobrino Mauricio -que por entonces tenía 8 años- me dijo: “Tía, ya te abrí un correo. Vení que te enseño a usarlo”. De ese modo comenzó mi primera relación con Internet, lo cual me permitió recibir y enviar mails y leer distintos diarios y publicaciones.

En el año 2007 me compré la primera computadora e instalé cable e Internet en casa. Enorme fue mi felicidad cuando pude empezar a bajar libros que ya no se editaban, videos con música o películas. Escucho lo que decís sobre los dispositivos que se crearon cuando fue la Gripe A y quedo anonadada, porque en las escuelas de periferia como en la que yo trabajo, era impensable que los niños bajaran las actividades de una página web, como sí lo hacían los de las escuelas privadas.

Lo nuestro fue totalmente artesanal. El día en que se dispuso la suspensión de clases, preparamos actividades para un mes, las fotocopiamos para cada alumno y las dejamos en la escuela para que las mamás o los papás las retiraran en dirección.

En el año 2010 abrí mi cuenta en Facebook, y eso me permitió ponerme en contacto con gente del mundo real y el virtual. Entre los de la vida real, están varias generaciones de alumnos y padres. Con esto pude solucionar un problema cuando faltaba algún chico, porque enviaba las actividades por Messenger. También les sirvió a muchas mamás que estaban terminando la escuela secundaria con el Plan Fines o el Programa Vuelvo a Estudiar y me consultaban si tenían una duda, y a otras, que cursaban las carreras de Psicología, Historia o Ciencias de la Educación para que les hiciera alguna corrección de estilo en los trabajos que tenían que presentar.

Al día de la fecha, mi vínculo con la tecnología es el que me permiten mis posibilidades económicas. He tenido que priorizar cuestiones de salud que me resultaron sumamente costosas y no pude actualizar programas ni incorporar una cámara para hacer zoom. Tengo un celular que solo sirve para hablar y enviar mensajes de texto, y la pandemia me llegó en estas condiciones.

Supongo que te preguntarás cómo trabajé este año con chicos de tercer grado a los que apenas había visto seis días (en marzo tuvimos paros de 48 y 72 horas durante las primeras semanas). Como pertenezco al siglo pasado, buena parte de mi vínculo pedagógico ha sido epistolar. Todas las semanas desarrollaba mis clases por escrito, como si estuviera frente al aula, y una vez finalizadas las explicaciones, presentaba las actividades. Utilicé como recursos diferentes tipologías textuales y videos de YouTube.

Una vez armada la clase, se la enviaba por Messenger a una mamá, que se ocupaba de mandarla por WhatsApp al grupo de padres. Esto significa que hubo una importantísima mediación de los adultos para que los chicos pudieran trabajar porque tenían que leerles los textos que yo escribía. Muchos lo hacían desde el celular. Otros imprimían los archivos en una fotocopiadora que está en el barrio. El Ministerio de Educación de la Provincia mandó cuadernillos (una sola serie) en el mes de julio. La dirección de la escuela se ocupó de repartirlos junto con la merienda; algo que se hacía cada 15 días. Como yo ya venía planificando, me pareció que lo más adecuado era seguir trabajando del mismo modo en que lo venía haciendo y seleccionar aquellas propuestas de la publicación que resultaran útiles. De Nación también nos llegó material en el mes de agosto e hice lo mismo (de un total de seis series  nos llegaron cuatro). Sé que en algunas instituciones se decidió trabajar solamente con los cuadernillos y que en otras hubo docentes que optaron por no usarlos. Para mí era importante que también tuvieran contacto con material impreso, sobre todo porque en tiempos de normalidad, siempre armé biblioteca del aula (la mayor parte de mi carrera fue con libros míos y a partir del 2010 con los libros hermosos que nos llegaron de Nación).

Hasta mediados de octubre, cada 15 días, las familias le acercaban los cuadernos a una mamá, que se encargaba de traérmelos a casa en el auto para que yo los corrigiera y a los cuatro o cinco días se los devolvía. Si algún chico tenía alguna dificultad, las mamás me enviaban mensaje por Facebook y yo me comunicaba desde mi teléfono fijo con ellas o con sus hijos para explicarles algo. Había quienes por falta de conectividad no podían bajar los videos, pero tenían las netbooks que los hermanos mayores habían recibido a través del Conectar Igualdad durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Como podían movilizarse en moto porque sus empleos quedaban en la zona céntrica, les cargaba los videos en un pen drive. Hubo un caso de un niño que durante todo el año me mandó fotografías de sus trabajos y yo hacía la devolución por Messenger. Se dieron situaciones de mamás que no podían bajar los archivos porque tenían roto el celular y tampoco tenían dinero para las fotocopias. En esos casos, como tengo un abono mensual con la señora de la fotocopiadora, le hacía la transferencia y las pagaba yo (nada del otro mundo, porque la mayoría de los docentes de las escuelas carenciadas lo hacemos siempre).

A fines de octubre pude cambiar el aumento de los anteojos (tengo un problema severo en la vista). Como ya podía ver las imágenes con mayor nitidez, para que las familias no tuvieran que molestarse, les avisé que me mandaran las fotos con los trabajos de los chicos por Messenger o por mail a través de Google Classroom o a mi correo. Una buena parte lo hizo así. Otros prefirieron traerme los cuadernos a casa porque a los chicos les gustaba ver mi letra. No todo fue lineal a lo largo del año. Hubo momentos en los que se perdía el contacto con los chicos. Cuando esto ocurría, me comunicaba con las familias y el vínculo se retomaba. Sobre un total de 27 chicos, solo tuve dos casos en los que por más que hablé muchísimo, la respuesta fue muy escasa. Charlando con compañeras que cuentan con otro acceso a las tecnologías, me decían que mi situación no era diferente a la de ellas, y muchas de las dificultades que se presentan en la presencialidad, se replicaron en estas circunstancias.

En general, en la comunidad en la que trabajo, el acompañamiento familiar es mayor durante el primer ciclo y puede llegar hasta cuarto grado. En los últimos tres años del nivel, esto se reduce. Estimo que la idea que prima es que una vez alcanzada la alfabetización inicial, ya pueden moverse con más independencia.

Creo que es necesario pensar este momento que vivimos desde distintas aristas. La falta de conectividad es uno de los aspectos a tener en cuenta; pero no es lo único. Hay padres que ni siquiera pudieron terminar la escuela primaria; hay quienes se quedaron sin empleo (el 90% tiene formas de contratación precaria) y les costó un montón reinsertarse; otros sobreviven con changas y también están los que todavía se encuentran desocupados y ya ni siquiera cobran el IFE (que es poquísimo dinero). Esto provoca angustias, malestares y conflictos. Entonces habría que preguntarse, cuánta voluntad le queda a un adulto para ocupar un lugar que era desconocido para él, porque este trabajo nos corresponde a los docentes.

Valoro muchísimo el aporte de las tecnologías, y con un poco de suerte, para fines de mes voy a poder actualizar programas, incorporar una cámara y seguir aprendiendo más cosas; pero estoy convencida de que la presencialidad es insustituible. No sé cómo será este año, porque todo está en el plano de lo hipotético y lo que hoy es una tajante afirmación, mañana puede ser todo lo contrario.

Un abrazo.


Imagen: Politicayeducacion.com

Los docentes y las pantallas: entre la imprevisión y el maltrato

Alertábamos, en el inicio mismo de la cuarentena y las clases virtuales, sobre la falta en el país de estrategias para la capacitación docente en el uso de las nuevas tecnologías. Y en aquel momento, lo que parecía una exageración -la compraventa de “humo informático”, aquellos discursos de los gurúes del marketing y la venta digital que hablan de educación, en lugar de una capacitación en serio para todos los docentes- hoy, quedaría demostrado, no solo produce metafóricamente víctimas del virus más mortal, la ignorancia, sino algo más real y concreto: el estrés, el cansancio, la frustración y hasta daños en la salud de los docentes. 

Al menos así lo demostraría un artículo publicado el pasado 19 de agosto en Redacción Rosario y firmado por la periodista Marcela Isaías, titulado «Pantallas sin tiempo». Un párrafo de la nota tal vez resuma el tenor de las vivencias docentes y sus reclamos:

El doble o el triple de trabajo. Muchas horas frente a las pantallas y otras tantas preparando las clases para una modalidad que la mayoría aprendió sobre la marcha. Todos los recursos salen del propio bolsillo docente: desde celulares hasta computadoras, además de los gastos para sostenerlos (pago de datos móviles, abonos de internet y mantenimiento de equipos). Tan es así que las clases dependen del aporte directo que hace la docencia. Es decir, son quienes en este momento sostienen la enseñanza. Aún así, aseguran que no siempre se valora la tarea que hay detrás del armado de una clase virtual; es más, han escuchado recriminar a las familias: ‘Mandan un videíto y listo’.

Así, la periodista recoge diferentes testimonios que describen lo heterogénea que es esta educación, desde sentirse acompañados por las instituciones o bien trabajando como en un call center.

El Ministerio de Educación provincial convocó a una capacitación docente, apenas terminado el receso de invierno: contrariamente a lo esperado y por lo intempestivo de la noticia, cada escuela decidió abordarla de acuerdo a su conveniencia -o intereses, por cierto- añadiendo aún más desconcierto y más presión.

Órdenes y contraórdenes de parte del Ministerio, salarios congelados, escuelas privadas que presionan para satisfacer a las familias, inestabilidad y sobrecarga, y hasta tarea social -entrega de bolsones para que no falte comida, en las zonas desfavorecidas-, son parte del menú diario de dificultades que perciben los docentes. Esto, sumado a la situación de algunas familias, desbordadas de trabajo.

Exigencia, exigencia y más exigencia parece ser la realidad actual que viven los docentes, una realidad que golpea.

La nota completa puede leerse haciendo clic AQUÍ

FaceApp, o los riesgos a la privacidad como juego

Podríamos asegurar que con la aplicación FaceApp se confirma aquello que observamos desde hace tiempo: la mejor forma de viralizar los riesgos a la privacidad en internet es hacerlo como un juego. El humor, el juego y la curiosidad parecen ser -algunos estudios lo probarían- la manera más efectiva de lograr que una pieza de información se viralice. Ya sucedió tiempo atrás con #10YearChallenge y ahora se repite con FaceApp, que juega con todo eso y claro, lo logró.

FaceApp es una aplicación para celulares que manipula la fotografía de una persona para mostrar como luciría siendo anciano -añadir una sonrisa, cambiar el color de pelo o de sexo son otras funciones de la aplicación, aunque aquella es la que popularizó esta app-. Las principales reservas de los especialista en seguridad informática radican en el posible uso indebido de los miles de datos biométricos que recolecta el sistema. 

El humor permitió que algunos celebraran su buen estado o lamentaran el resultado de la manipulación de la imagen. Y como no podía faltar, rápidamente circularon memes con el filtro aplicado a famosos y políticos.

El creador de la aplicación, el ruso Yaroslav Goncharov, explicó que el sistema utiliza una forma de inteligencia artificial conocida como red neuronal para escanear el rostro y modificarlo según el filtro elegido.

Las preguntas que surgen entre aquellos más atentos a la seguridad en el ámbito digital, advierten sobre el trasfondo de aplicaciones como esta: ¿qué sucede con los miles de datos biométricos que recolecta el sistema?, ¿quién almacena esa información sensible que permite la identificación facial similar a la utilizada por las fuerzas de seguridad?

«El reconocimiento facial se está convirtiendo rápidamente en uno de los elementos clave de la identidad digital y, por lo tanto, las personas deberían considerar la posibilidad de proteger su imagen facial de la misma manera que deberían proteger otros elementos de su identidad, como su fecha de nacimiento, número de contribuyente y demás», advirtió David Vaile, presidente de la Fundación Australiana de Privacidad.

Los medios no se quedaron atrás en hacer uso y ayudar a difundirla sin la menor referencia, en la mayoría de los casos, a los riesgos que su uso conlleva.

Internet no olvida. Deberíamos pensar antes de publicar, a fin de proteger como un bien preciado nuestra identidad digital.


Fuentes:
Página/12
40deFiebre.com

La irrupción de las nuevas tecnologías desafía a la escuela

El artículo publicado en la edición de hoy de La Nación, titulado Pizarrones contra celulares, una batalla absurda, renueva el desafío e impulsa a un debate que venimos proponiendo desde hace tiempo en este espacio: qué sucede con los chicos y el celular en la escuela.

Hemos planteado en reiteradas ocasiones la necesidad de resolver las contradicciones y de establecer acuerdos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías en el aula. La resistencia del sistema fue vencida: ya se metieron de prepo en lo cotidiano y, sin dudarlo, en la escuela. Porque claro, que es la escuela sino el reflejo de la vida como un todo. No solo de lo que pasa entre sus paredes.

El artículo completo, para el que pudimos hacer nuestro aporte -¡gracias una vez más, Fernanda!-, se puede leer haciendo clic aquí.


Otras referencias en este blog al tema en cuestión:
La diferencia conceptual entre un alumno escolarizado y el alfabetizado
Usar la tecnología como extensión de las capacidades cognitivas
Una aproximación al pensamiento de la autora de «Una mirada al mundo de los chicos y las pantallas», Roxana Morduchowicz
Las tecnologías en la escuela necesitan de contenidos, no de modas

Fallas de seguridad: Un momento crítico en el diseño de los procesadores

Según una investigación publicada por The Register, se han descubierto fallas en la seguridad de las unidades centrales de procesamiento (CPU) que podrían permitir el acceso no autorizado a los datos almacenados en computadoras y servidores en redes privadas. Se calcula que estas fallas, que llevan una década de existencia y están relacionadas con el diseño de los procesadores, podrían afectar la seguridad del 90% de las computadoras y otros dispositivos. Hasta ahora no se han reportado robos de datos, pero las implicancias de esto son enormes.

Se han descubierto dos fallos de seguridad distintos. Los primeros informes sugerían que una falla (denominada Meltdown) afectaba solo a los chips de Intel, computadoras de escritorio y servidores de internet, pero luego se supo que otra falla, Spectre, fue descubierta también en chips de Intel, AMD y ARM.

Bryan Ma, analista en la firma de consultoría tecnológica IDC citado por BBC Mundo, asegura que los centros de datos y dispositivos conectados a la nube también están en riesgo. BBC Mundo afirma además que en el sector tecnológico se conocía el problema desde hace al menos seis meses, y que todo el mundo relacionado con ello, desde desarrolladores a expertos en seguridad, había firmado acuerdos de confidencialidad.

Daniel Gruss, uno de los investigadores de la Universidad de Tecnología de Graz que descubrió Meltdown, lo describió como «probablemente uno de los peores errores de la CPU jamás encontrados» en una entrevista con Reuters.

Según el investigador, Meltdown es el problema más serio a corto plazo, pero que podría detenerse de manera decisiva con parches de software. Spectre, el error más amplio que se aplica a casi todos los dispositivos informáticos, es más difícil de utilizar para los hackers, pero también es más difícil de reparar.

Los fabricantes de computadoras y los proveedores de sistemas operativos han tenido tiempo de intentar arreglar el problema, liberando actualizaciones de seguridad o parches. Los usuarios deben instalarlos en cuanto estén disponibles. Actualizaciones de seguridad también están siendo creadas para computadoras personales y de escritorio de Apple, aunque no está claro si los iPhones y los iPads son vulnerables.

Algunos investigadores han asegurado que los parches necesarios para resolver el problema podrían ralentizar los sistemas de las computadoras, quizás hasta un 30%, pero Intel dice que esto es exagerado y que el impacto para el usuario medio de computadora «no debería ser significativo».

Lo cierto es que los expertos consideran que estas fallas fundamentales en el diseño de los chips deberían replantear el modo en que se diseña y construye esta tecnología en el futuro. 

La información actualizada sobre las medidas que están tomando las empresas para resolver la cuestión, puede leerse haciendo clic AQUÍ. 


Fuentes: BBC MundoXatacaThe Register –  Agencia ReutersClarín Tecnología
Imagen: El Comercio

- Ir arriba -

mega888