Saltar al contenido

docentes - 13. página

Los adultos y las nuevas tecnologías

La edición del martes pasado del programa «Plan a”, en el que participé como panelista, estuvo dedicado al tema de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana. En determinado momento se planteó la cuestión de los adultos frente a las nuevas tecnologías, y tratamos algunas ideas y experiencias al respecto. Los videos a continuación son fragmentos de dos intervenciones referidas al tema.

Información sobre el Curso para Adultos, en el blog del curso.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Una mirada necesaria sobre las TIC en la educación

Conocí a Boris Mir gracias a que creó, junto a Alejandro Tortolini, el grupo «ÑBlog» en EduBlogger. Este profesor del IES Arraona, de Sabadell, Barcelona, es autor del blog La Mirada Pedagógica, un espacio personal de opinión y reflexión sobre enseñar y aprender, como el mismo lo define.

Recientemente escribió allí un post titulado «Las TIC deben cambiar el reloj por la brújula», en el que analiza la problemática de la incorporación de las TIC en la educación. Selecciono algunos párrafos, al tiempo que recomiendo la lectura completa de su análisis como una mirada necesaria para no perder de vista lo central del asunto:

Hay muchos intereses cruzados en el tema TIC, algunos legítimos y otros no tanto. A veces las mejores intenciones alentan un entusiasmo digno de encomio, pero todavía hay demasiado discurso apologético y poca legitimación basada en resultados generalizables. Los únicos profesores que han convertido las TIC en valor para sus alumnos son aquellos que tenían elevados horizontes educativos, aquellos que ya tenían aspiraciones pedagógicas ricas y diferentes y para los cuales la incorporación de hardware o software ha dado alas a sus proyectos. La verdad, no creo que las TIC hagan, de profesores mediocres, mejores profesores.

Seguramente deberíamos dedicar todo este esfuerzo a repensar cómo trabajamos con nuestros alumnos en clase, qué les proponemos para que aprendan y qué estimulantes proyectos llevamos a cabo –con o sin la TIC…- para que aprendan más y mejor. Es más, ocuparnos de las TIC nos distrae de replantearnos a fondo la educación, que es una tarea mucho más sustancial. Por favor, no dilapidemos los escasos presupuestos educativos en adquirir “un ordenador por alumno”, dediquémoslos a crear espacios de reflexión y aprendizaje para que los profesores (y alumnos…) transformen de forma radical sus concepciones sobre la enseñanza y sus métodos de trabajo. Es muy probable que las TIC nos ayuden a ello y por lo tanto deben formar parte permanente de nuestra agenda y de nuestro discurso, pero creo que debemos resituarlas.

Repensar la escuela es mucho más urgente y necesario que incrementar el parque TIC. Y para repensar la escuela, deberíamos también repensar la incorporación eficiente de software y de hardware.

Decíamos aquí mismo en alguna oportunidad que «la tecnología en la escuela siempre cambió cuando se ‘llenó’ de contenido -nuevas teorías, nuevos usos, nuevas disciplinas, nuevas necesidades. Ahora parece no hacer falta el contenido: con que esté de moda basta. Cuando hablan los tecnólogos, ‘mercadólogos’, economistas, gurúes y otras especies dentro de la fauna de opinólogos- la escuela siempre está errada». Y también pedíamos en aquella ocasión que «no nos equivoquemos: la escuela va a incorporar todas estas tecnologías nuevas cuando pueda -podamos- ‘llenarlas’ de contenidos en función de mejorar los aprendizajes, razón última de ser de la escuela».

Adhiero a la idea de que las TIC no hacen a un buen profesor. Si basamos nuestro desempeño en la cantidad y calidad de recursos tecnológicos disponibles, sin la convicción de que la educación debe promover la distribución igualitaria y democrática del acceso al conocimiento, nuestra práctica se habrá vaciado de sentido.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

El proyecto OLPC como una asignatura pendiente en educación

En un artículo del suplemento Zona del diario Clarín, titulado «Asignaturas pendientes: De las inversiones chinas al plan ferroviario, las deudas del Estado», los periodistas Pablo Calvo y Gerardo Young hacen un recorrido por los anuncios de las muchas obras y proyectos que se anunciaron y no se concretaron en los 5 años de administración kirchnerista.

Entre las deudas de gestión que se analizan se encuentra el «Proyecto OLPC». En un apartado titulado «Educación: Un millón de laptops invisibles», los periodistas hacen un breve recorrido por el origen y estado actual del proyecto y de otras promesas electorales referidas a la educación, diciendo:

Se prometieron en 2005 y tenían que llegar el año pasado. El anuncio se repitió varias veces en los comunicados oficiales. Iban a costar 100 dólares cada una, pero aún no han llegado. Además, como se movieron los precios internacionales, ahora les costarían al Estado 180 dólares o más.

Hay más deudas en educación, no imputables solamente al Gobierno nacional. La Ciudad y la provincia de Buenos Aires tienen escuelas muy deterioradas. De las 700 nuevas que prometió Kirchner, ya se hicieron 518, bastante bien ahí. Queda también ajustar los planes educativos a las necesidades del país. La presidenta Cristina Kirchner anunció ante el Congreso la sanción de una ley de Educación Superior con ese objetivo, pero aún no se han visto avances parlamentarios.

Estoy de acuerdo con analizar las deudas en su conjunto porque el proyecto OLPC es sólo una parte, que seguramente para muchas escuelas se encuentra eclipsado por carencias más apremiantes que tener una computadora por chico.

Ahora bien: los medios grandes comenzaron a hablar del asunto. De hecho, Clarín hace bastante que se viene ocupando del fracaso del proyecto OLPC. Pero en una importante cantidad de blogs, entre ellos este, ya se venía advirtiendo que algo no huele bien en todo esto.

Lamentablemente, y una vez más, nuestros chicos cargan con las consecuencias del fracaso del estado en hacer realidad una educación mejor.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Desde Mendoza y ‘a pesar de’: el Colegio Edison y su proyecto de educación digital

En la revista Viva del diario Clarín se publica hoy, como cada domingo, el Calendario del compromiso con la Comunidad. ¿De qué se trata? Es una iniciativa de la Fundación Noble y la Red Solidaria que apunta a complementar el espacio que tiene la solidaridad en la agenda cotidiana de los medios. Durante todo el año, se publica semanalmente en la Revista Viva del Diario Clarín y en Internet, y ofrece un lugar identificable y sistemático para aquellas instituciones y personas de todo el país que trabajan por los demás.

El tema de esta semana es «Por una educación digital igualitaria», cuya consigna principal es que «el avance de Internet y de la sociedad de la información exige encontrar las mejores prácticas en la educación para promover una alfabetización digital que alcance a alumnos de todos los sectores». El documento completo se leer en la revista. También puede bajarse en formato .pdf desde el sitio del Calendario.

Lo que deseo destacar está relacionado con el caso modelo que acompaña a la consigna. Se trata del Colegio Tomás Edison, de la ciudad de Guaymallén, en mi querida y siempre recordada provincia de Mendoza. En referencia a la experiencia de esta institución, se dice que,

Se convirtió en la primera experiencia de educación digital de Latinoamérica. Pese a sus techos de chapa y patios de tierra, esta escuela primaria tiene conexión de Internet inalámbrica y, a partir de este año, cada alumno de 5º grado en adelante cuenta con una computadora personal.

Los primeros equipos llegaron cuando los alumnos –en su mayoría provenientes de familias con pocos recursos- decidieron por unanimidad destinar la plata recaudada desde primer grado para el viaje de egresados a comprar 20 Tablet PC usadas, en un remate que realizó un banco de Miami.

El proyecto Aula Digital nació hace cinco años por una iniciativa personal de la directora de la escuela, Graciela Bertancud que comenzó a analizar cómo usaban las nuevas tecnologías los estudiantes y se preguntó qué podía hacer para incluir en el colegio la alfabetización digital.

En el año 2005 el Colegio obtuvo el primer Premio Nacional a la Calidad Educativa por este proyecto, distinción otorgada por el Ministerio de Educación de la Nación y reconocida, además, por la Empresa INTEL.

Lo notable es que estos chicos sacrificaron el dinero recaudado desde primer grado para el viaje de egresados, para comprar 20 Tablet PC usadas. Seguramente hicieron semejante sacrificio con gusto, pero me pregunto, ¿dónde están las laptops del proyecto OLPC que llegaron al país hace tanto tiempo, y que sólo vimos en fotos?

Juro que si estuviera a mi alcance, haría todo lo posible para que esos chicos recuperen el dinero de su viaje, porque me da vergüenza ajena que nuestras autoridades, aquellas que se llenaron la boca hablando de alfatización digital y de una computadora por niño, miren para otro lado mientras se suceden estos esfuerzos en aras de mejorar las oportunidades para nuestros chicos.

Ya sea que tengan plataforma Sugar, Tuquito, Windows o lo que sea -digo, por buscar una excusa en la morosidad de la implementación-, las laptops del proyecto OLPC que llegaron al país para estas cuestiones no aparecen cuando se las necesita.

¿Dónde estás las laptops?

______________________________________

Agrego hoy 28-07, buenas nuevas desde Guaymallén:

Recibo un mail de la directora del Colegio Tomás Edison, Graciela Bertancud, en el que me dice,

Quiero contarle que los alumnos recibieron el viaje gracias a la empresa Microsoft, que invitó al grupo de alumnos a la Feria del Libro, el año pasado, experiencia muy significativa e inolvidable.

Sin dudas, una buena noticia y un premio al esfuerzo de la comunidad educativa del colegio mendocino. ¡Felicitaciones!

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Escritora se pregunta: ‘¿A la escuela le importa la escritura de sus docentes?’

Quién se pregunta esto es la escritora y docente Angela Pradelli, premio Clarín de novela, en una columna de opinión publicada ayer por ese diario. Pradelli afirma allí que «existe escasa estimulación, cuando no desdén o boicot, para que maestros y profesores desarrollen textos con riqueza y claridad en beneficio propio y de sus alumnos».

El punto de partida de esas reflexiones según ella misma lo explica, es la entrega de premios del concurso literario organizado por la Dirección General de Escuelas y dirigido a los docentes escritores de la provincia de Buenos Aires, que hace unos días se llevó a cabo en la Feria del Libro. Y afirma: «que las autoridades bonaerenses promuevan la escritura de sus maestros y profesores y que los premien por eso es un signo social que reconforta y que las escuelas deberían apoyar con gestos claros y concretos.»

Que importante es que alguien con oficio de escritor lance semejante desafío, porque ese es otro tema que necesita ser revisado. Y si bien la escritora se refiere primariamente a textos literarios, inmediatamente me hizo pensar en el enorme esfuerzo que significa para la mayoría de los docentes escribir, ya no literatura sino simplemente los textos con los que se va a trabajar en clase, porque el sistema remunera solamente las horas frente al aula y muchos deben sumar horas para poder subsistir. Mientras tanto, editoriales en un extremo y fotocopiadoras, en el otro, de parabienes.

Pero no quiero desviar la atención del punto focal que aborda la escritora, quién cuenta su experiencia y dice:

Ni la publicación de los libros ni el ingreso al mundo editorial me empujaron a dejar la cátedra. Por eso duele escuchar la pregunta de por qué sigue una escritora enseñando en las escuelas secundarias. La inquietud revela una construcción social: la noción de que la escritura y la docencia son dos prácticas que no conviven. Y la idea también de que la escuela es un lugar del que hay que irse lo antes posible. Son pocos los que entienden que la escritura, como una savia que corre por vasos comunicantes, alimenta también la cátedra. La escritura es un instrumento con el que construimos pensamiento y es también el vehículo para que las ideas se liberen de prejuicios, se aclaren, se enriquezcan, se ahonden.

Es la escuela la primera responsable de enseñar a escribir y garantizar en las aulas las prácticas de la escritura. Imaginemos un país en el que maestros y profesores sean verdaderos productores de textos, escribas eficaces que tomen la palabra y construyan textos de circulación social. En la realidad diaria, no sólo estamos lejos de alcanzar ese estado sino que, aun peor, en algunas escuelas las autoridades se envalentonan en su propia mediocridad y menoscaban la práctica de la escritura.

Convengamos también que tampoco abundan estos concursos y que es una rareza que los organismos oficiales los convoquen. ¿No es en la escuela acaso donde deberíamos entrenarnos todos, alumnos, maestros y profesores, como escribas eficaces de textos que argumenten con solidez, que describan con precisión, que expliquen con claridad y que narren historias con soltura y pericia? ¿No debería la escuela ser ella misma una usina verdadera e inagotable de textos?

Sin embargo, y decir esto también es un dolor, algunas instituciones se empeñan en negar tanto la importancia de la escritura como la necesidad básica de convertir las escuelas en verdaderas canteras de escritores. Conozco de cerca la situación de los docentes cuestionados en sus escuelas por intervenir con sus escrituras en los espacios sociales. Son instituciones incapaces del diálogo propio de sociedades democráticas y, necias a aceptar ideas distintas a las suyas, pretenden ejercer la censura de otras voces. Entre sus funciones más importantes los directivos deberían priorizar la promoción de la escritura en sus comunidades educativas y la preocupación por alcanzar un nivel de excelencia en la escritura institucional.

Pero estamos tan lejos de eso. A cambio tengo una colección cada vez más completa de textos redactados por directivos que avergüenzan por su prosa, tan defectuosa y desarticulada que hasta los mismos alumnos, estudiantes del secundario, detectan los errores. Son escrituras que ponen en relieve el grado de ignorancia respecto al lenguaje de quienes deberían ser los primeros en asesorarnos en el uso de la palabra.

Finalmente, Angela Pradelli se permite un anhelo:

Trabajemos para que en la docencia se escriba cada vez más y mejor, y que las obras desborden los certámenes. Para ello, los organizadores tendrán que superar los obstáculos que ponen aquellos que dentro de las escuelas se empeñan a diario en hacer abortar las propuestas superadoras y liquidan su responsabilidad de difusores y motivadores colgando la información en una cartelera, seguros tal vez de que la delgadez del alfiler sostendrá por poco tiempo esa convocatoria que pronto hará aumentar la pila de papeles que se archivan.

La columna completa se puede leer haciendo clic aquí.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Sobre el estado de la escuela media, y más

t051dh03Hoy publica Clarín una entrevista a Guillermina Tiramonti, directora de FLACSO Argentina. Se exponen en ella algunas de las causas y efectos del estado actual de la escuela media y, ante semejante diagnóstico, algunas soluciones posibles. Aquí transcribimos párrafos de la entrevista de Liliana Moreno, que recomendamos leer completa. Dice la especialista:

«—Tenemos el mismo modelo escolar que a principios del siglo XX y le hacemos exigencias para las que no fue creado. Por un lado, hay un cambio cultural muy fuerte que exige que la escuela ‘dialogue’ con otros lenguajes y se descentre de ese lugar exclusivo de la cultura letrada. Por otro, le demandamos universalización —con lo que estoy de acuerdo—, pero a una institución que se creó para seleccionar sólo a un grupo de la población. Y a esta demanda de inclusión de nuevos grupos sociales —porque la tendencia es al crecimiento y a la ampliación de la matrícula— la escuela da respuesta fragmentando el sistema. Es decir, generando circuitos diferenciados para grupos sociales diferentes.

—¿Ghetos?

—Ghetos. Grupos de escuelas que se parecen entre sí y a las familias que atienden pero que se diferencian, a veces radicalmente, de otros grupos de escuelas que atienden a otros chicos de otros sectores sociales. Un ejemplo claro son las llamadas escuelas garaje que tienen la finalidad de contener a los chicos que están en una situación social de riesgo pero que están imposibilitadas de generar una propuesta pedagógica que los incorpore al saber contemporáneo.

—¿Cómo impactan estas fronteras en los chicos?

—Un buen ejemplo es el de la construcción del otro desde el famoso valor de la solidaridad. Todas las escuelas de clase media hacia arriba tienen programas de solidaridad social, que en realidad son programas de asistencia, donde los chicos construyen a los otros más pobres como sujetos de asistencia y a ellos como sujetos de la dádiva. Si uno piensa en una sociedad democrática aquí hay una ruptura fundamental. La idea de la democracia está basada en el principio de igualdad y, por lo tanto, la solidaridad es entre iguales no entre asimétricos. Entonces, uno de los problemas del gheto es que los otros son extraños: en las escuelas de los countries, por ejemplo, los que están afuera son una amenaza a la seguridad.

—La vieja escuela pública, en cambio, permitía cierto diálogo entre sectores sociales.

—Por lo menos de las clases medias. Siempre hubo escuelas para la elite y para los sectores más bajos. Pero ha habido un espectro de escuelas muy amplio que atendía a sectores bajos integrados y a todas las dimensiones de la clase media. Esto generaba cierta garantía de cohesión social. Y esa escuela desapareció.

—En este contexto ¿Cómo encaja la propuesta de la nueva Ley de Educación Nacional de universalizar la escuela media?

—Lo ideal es pensar en una nueva secundaria. Porque para universalizarla hay que transformarla. Para no degradarla más. Para recuperarla y hacer de ella una institución que retome la heterogeneidad social e incorpore a los chicos a un efectivo diálogo con la cultura contemporánea.

—Habló del desfazaje de la escuela actual frente a los cambios culturales ¿Cómo se manifiesta?

—Insistiendo en un modelo pedagógico basado en la lectoescritura. No quiero decir que haya que abandonarlo pero hay que pensar en una escuela media con mayor diálogo con todas las manifestaciones culturales del contexto: con las imágenes, con Internet, con las nuevas formas de habitar el mundo que tienen los jóvenes, que en muchos puntos nos es extraño. Hay un discurso que dice que los docentes perdieron la voluntad de enseñar y de transmitir. Y es posible que haya algo de esto, pero creo que tiene más peso el hecho de que el docente no está familiarizado con la nueva cultura entonces duda de lo que transmite, encuentra que pisa en falso con respecto a la cultura de los chicos. Hay que retornar la confianza del docente transformándolo en un interlocutor válido de la cultura contemporánea.

—¿Hay señales de que se avanza en el buen camino?

—Hay una búsqueda de construcción de una nueva cultura pedagógica para estas nuevas exigencias. Pero tenemos que participar de esta búsqueda y me parece que no se está participando, que se está insistiendo en la inclusión sin dar otras respuestas.»

Fuente (Texto y foto): Clarin.com

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

El mundial y la escuela

Hay algo notable en la discusión por el próximo mundial de fútbol, si dejamos o no ver a los chicos los partidos en la escuela. Lo notable es que sigamos discutiendo el uso de las nuevas tecnologías en el aula, cuando no podemos meter ni a la fuerza una tecnología de tremenda antigüedad y de tan grande inserción social.

Entre la prohibición, que demuestra que aun los más ilustrados han aprendido poco del pasado reciente, y la excusa -inexcusable- de meter contenidos a la fuerza, hay un vacío enorme que ningún puente pedagógico ha podido salvar.

Leía el análisis que hace el periodista Orlando Barone sobre el conflicto, en un artículo titulado «El totalitarísmo del fútbol y las escuelas», y puede decirse que está claro cual es el eje de la cuestión. Dice, entre otras cosas:

«(…) Aquellas opuestas posiciones educativas no marcan sino distintas formas de enfrentar o de defenderse de la fuerza imparable de la marea futbolística. Y optar por uno u otro recurso no cambiará el objetivo estudiantil que –con o sin permiso institucional- tendrá como destino colectivo las vicisitudes de los partidos y de los resultados.

Poco importará a los alumnos tratar de entender la historia de Croacia, la etnia de un país africano, el arte milenario de un país asiático o la trama histórica y política de Alemania. No es necesario que el sistema educativo se autojustifique tratando de emprender una aventura vana. Ellos estarán pendientes de los goles, del triunfo o la derrota del seleccionado, y no de recibir clases alusivas bienintencionadas y poco realistas.

(…) En un caso -dejar que se mire el mundial por televisión en las aulas- se trata de una forma flexible y progresista; en el otro, se trata de mantener, sin concesiones, la tradición y la razón de ser de la enseñanza. (…) Lo que los educadores deben sopesar es que si la selección fuera eliminada prontamente, la triste carga sicológica de los alumnos no variará y será igual en cualquiera de ambas opciones. Tendrán que asumir el correspondiente duelo de una sociedad futbolera. Y no importa si vieron o no televisión en la escuela. Pero si Argentina ganara el campeonato del mundo ya no importarán ni la educación ni la escuela ni la Universidad, ni el parlamento ni el Gobierno ni nada: la Argentina estará cerrada una semana. Y el ministro Filmus y Jaim Echeverry también se habrán convertido en masa.

Brillante. Muy claro.

La discusión pasa por otro lado.

Ese vacío enorme del que hablábamos al principio tiene que ver con que la pedagogía de la excusa está impidiendo que alcancemos un acuerdo, una estrategia común, de la que la tecnología sea un aporte, un soporte para proyectos que interesen y formen a todos.

Hay cuestiones que la escuela no puede -y a veces no sé si quiere- manejar, porque la resistencia a las nuevas tecnologías fue históricamente casi un paradigma. ¿Cuanto tiempo tardó en aceptar el boligrafo? ¿Cuanto se está tardando en construir espacios que acomoden a todos, aun a los de diferentes capacidades? ¿Cuanto tiempo se va a tomar discutiendo sobre los celulares? ¿Cuando va a terminar de incorporar una tecnología como la de la televisión, próxima a cumplir 56 años?

Un proyecto que es un intento

Una esperanzadora aproximación -a nuestro humildísimo criterio- parece ser el proyecto de Mendoza, una de las seis provincias del país en las que el Mundial de Fútbol será incluido como un tema de análisis en la escuela, a modo de contenido transversal a los programas de todas las materias de tercer ciclo de EGB. Para ello, preveen utilizar el libro «La escuela, los medios y el Mundial de Fútbol Alemania 2006», auspiciado por la Embajada de Alemania en Argentina, y que contiene 70 actividades que fueron elaboradas por los coordinadores del programa Escuela y Medios de las distintas provincias.

Ariel Barrios, titular de ese programa de la Dirección General de Escuelas de Mendoza, destacó que “el objetivo es que los alumnos conozcan, relacionen e interpreten el rol de los medios -el énfasis es mio-. Eso permitirá vincular los contenidos curriculares de la escuela a la realidad cotidiana y a los eventos sociales, deportivos, artísticos, políticos, económicos que vive toda la sociedad.» Y agregó que cada establecimiento tendrá libertad para utilizarlo antes o después de un partido.

Al menos es un esfuerzo de darle un sentido desde lo institucional.

Pero el problema central no es el televisor o la tecnología en general. El problema es que llamamos a las cosas por otro nombre que el que tienen. Los progresistas no quieren parecer conservadores hablando de orden y disciplina; los conservadores no quieren -¡Dios nos libre!- parecer progresistas hablando de albedrío. En el medio, los chicos haciendo lo que quieren, porque el sistema no los contiene; porque los adultos, sus modelos, están discutiendo en los bordes del problema.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Internet en la escuela

Al pensar la incorporación de Internet -y de las nuevas tecnologías en general- en el aula, surgen preguntas que suelen ser más o menos las mismas para todos los involucrados. Digo todos, porque estas preguntas ya exceden el marco de la informática, dado que la mayoría de los docentes podrían utilizar esta herramienta para sus diferentes espacios curriculares, y porque los directivos, responsables y especialistas también deberían tomar parte en la discusión.

Por ejemplo, en cuanto a Internet, ¿cuál debería ser el rol del docente para asegurar un buen uso de esa herramienta en el escuela?

En Internet hay de todo y para todos los gustos, por supuesto también aquellas cosas que no deseamos que los niños y jóvenes vean. ¿Cómo podríamos ejercer un sano control de un medio que por naturaleza no tiene controles?

Si pensamos que la prohibición «porque sí» no debería siquiera considerarse, ¿Cómo evitar que se acceda a información sin sentido o provecho?

Convengamos en que Internet no es una herramienta fácil de usar. Coincido completamente con la Sra. Sarlo cuando dice que se debe ser un muy buen lector (del libro físico, valga la aclaración) como para sacar algo en limpio de la maraña de información que hay en la red.

Como informático podría agregar entonces, que el acto mecánico de «copiar/pegar» no tiene ningún valor si no hay un análisis crítico para hacer una correcta selección del material encontrado. Pero, ¿cuando no hay que ser crítico? ¿Leyendo o viendo qué, hay que dejar la consideración, el análisis, la evaluación?

Pensamos que, en Tecnología, la herramienta más importante que debemos aprender a usar es el cerebro. Me gusta pensar que enseño a pensar, a reflexionar, a evaluar, a decidir bajo premisas o consignas claras, coherentes y conforme a nuestros derechos.

Todo esto viene a cuento de que Internet no es más ni menos, mejor ni peor que otras cosas que los docentes les enseñamos a usar (como docentes y como adultos), no sólo con el conocimiento que hemos adquirido, sino también con el bagaje de experiencias acumuladas como adultos.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

Computación en la escuela.

Cuando se observa la enseñanza de la computación en las escuelas, a nuestro entender se apreciaría que existe una problemática que se presenta con dos realidades bien definidas.

Por un lado están las escuelas que no tienen acceso a estas tecnologías porque deben dedicar todos los recursos (escasos, por cierto) a otros menesteres, gracias a un estado ausente; por el otro, están las escuelas que cuentan con los recursos físicos, pero no con los recursos humanos adecuados para la tarea.

Es cierto que existen escuelas tanto públicas como privadas que hacen una tarea muy adecuada con los recursos que cuentan. Las públicas, por medio de donaciones, cooperadoras y clubes de padres que aportan lo mejor que se puede lograr en medio de la crisis general, y las privadas por medio de recursos propios o acuerdos con empresas; ambas con personal altamente calificado.

Sin embargo, estas últimas (tanto públicas como privadas) serían pocas y no alcanzarían a cubrir la enorme falta de recursos humanos calificados que tiene nuestro mercado laboral y académico.

Digo esto, porque como docente de Tecnología, Informática y Robótica de instituciones de todos los niveles (excepto universitario, pero seguramente el problema es el mismo), noto que los alumnos mayores llegan sin preparación previa, o con preparación deficiente, y las posibilidades de volver a ver todo lo básico de nuevo a veces es imposible, cosa que nos coloca a los docentes en un verdadero problema: se quiere avanzar, pero siempre se vuelve a los mismo temas. Muchos docentes de otras áreas manifiestan tener problemas similares.

En cuanto a las escuelas sin recursos, el problema es claro: si no se comienza a elaborar estrategias, como en otros países, donde las empresas e instituciones colaboran con recursos, se seguirá profundizando la brecha, generando «analfabetos tecnológicos» sin posibilidades de desarrollo laboral y académico.

Con respecto a las otras escuelas, que sí cuentan con recursos pero no con personal capacitado, de continuar en esa postura sólo se continuará trasladando el problema hacia adelante, hasta el momento en que el estudiante quiera insertarse en el mercado laboral y no lo consiga, o tenga que hacer cursos privados para aprender a hacer una carta con un procesador de textos…

Es tanto y tan rico lo que se puede hacer; hay tantas posibilidades que se abren cuando hay esfuerzo en pos de una idea; hay tanto para hacer, pero se debe tener un proyecto. Es una pena que pase el tiempo y se mire para un costado, como si estuviera todo bien…

Con un curso de Polimodal (chicos y chicas de 16 años) de la terminalidad Biotecnología, a quienes enseño Tecnología de la Información y la Comunicación, visitamos a mitad del año un laboratorio de análisis equipado con las últimas tecnologías informáticas para procesos que hasta no hace mucho tomaban horas y ahora se hacen en minutos. Los técnicos a cargo tienen que estudiar gruesos manuales para usar esos equipos. Y los alumnos salen asumbrados por lo que ven y escuchan, y con una idea un poco más clara del mundo tecnológico con el que se van a encontrar en no mucho tiempo más, luego de graduarse.

Hago esto porque considero que esa es la idea que debe permanecer en mente al enseñarles: el conocimiento sirve, nos prepara para enfrentar exitosamente el mundo que nos rodea, porque nos enseña a pensar, a ser independientes, a llegar donde queramos aun cuando el mundo entero intente convencernos de que no podemos. Creemos que el profesional a cargo de la enseñanza en una escuela debería tener no sólo los conocimientos, sino la inventiva y la motivación que apunte hacia esos objetivos.

Sé que suena a utopía, pero como diría Galeano, «La utopía está en el horizonte… Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».

Pensemos en eso al entrar a un aula a enseñar.

Si te parece que este contenido suma, te invitamos a compartirlo

- Ir arriba -