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educación

El origen del número cero

En antiguas civilizaciones como las del Antiguo Egipto, Babilonia, la Antigua Grecia y la civilización maya se han encontrado documentos matemáticos o astronómicos en los que aparecen símbolos indicativos del valor cero. Pero, ¿conocemos la historia de cuál es y cómo se llegó al verdadero beneficio de este descubrimiento, cosa que no supieron obtener aquellas civilizaciones?

En el siguiente video vamos a indagar un poco en estas cuestiones. Se trata del abordaje del tema en una emisión de «Todo tiene un porqué», un programa educativo, científico y cultural que se emitió por la TV Pública de Argentina, cuyo objetivo era el de «educar y entretener motivando permanentemente la curiosidad y el deseo de saber». Con el fin de darle además rigurosidad a los temas abordados, convocaban a especialistas y profesionales idóneos en cada área del tópico tratado. En este caso, el tema convocante es el origen del número cero.

Compartimos aquí la emisión dedicada al tema, con la participación de destacados especialistas en Matemáticas y Física.

Imagen: Guilhem Vellut from Annecy, France – 0 @ Quai de chargement de la Jonction @ Route des Péniches @ Genève, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=104812369

Tecnología centralizada

Está a punto de ocurrir: la energía limpia, la máquina que reduce el efecto invernadero, la vacuna contra el envejecimiento, la inteligencia artificial general. Al mismo tiempo, es el fin de la abundancia, de la democracia y de la despreocupación. Un buen día, despertaremos y ya no habrá que dejar de fumar, de comer grasas saturadas o de poner el aire acondicionado por encima de 24ºC. O quizá no habrá agua, derechos civiles o calefacción. Parecen relatos antagónicos pero perfectamente compatibles. Para que Jeff Bezos suba al espacio, un millón y medio de trabajadores de Amazon tienen que malvivir. Para que Mark Zuckerberg encienda su metaverso, millones de europeos pondrán la lavadora de noche una vez por semana. No podemos renunciar al progreso, pero podemos dejar de hornear.

“No hay otra alternativa”, fue el lema de Margaret Thatcher para imponer la desregulación, la era del ultraliberalismo económico y el imperio de los combustibles fósiles. “No hay otra alternativa”, nos repiten en Davos, en las últimas cumbres climáticas y en la televisión. Un milagro tecnológico salvará el mundo en el último minuto porque ya no queda tiempo y porque somos demasiado vagos, estúpidos o egoístas para hacer otra cosa. O demasiado insignificantes. Cualquier cosa que hagamos será pequeña y ridícula en comparación.

“La mentira que alimenta la utopía del tecnocapitalismo es que sólo existe una manera de hacer big data, inteligencia artificial o computación en nube”, decía Evgeny Morozov en un ensayo reciente, “y es la manera que ha descubierto y perfeccionado Silicon Valley”. Esa mentira no sólo miente, sino que está devorando el resto de alternativas, secuestrando sus recursos y ninguneando su potencial. El fin de la abundancia podría ser el principio del fin de la democracia o el principio de una nueva era de responsabilidad radical. Pero despreciamos la acción colectiva, en incremento y local capaz de generar soberanía desde las instituciones de los barrios porque nos parecen pequeñas y tontas. Es más inteligente esperar que la máquina de explotación de datos, vigilancia masiva y desinformación se transforme en un arca donde cabremos todos en lugar de profundizar la injusticia y triplicar la desigualdad.

Toda tecnología lo suficientemente centralizada es susceptible de convertirse en un arma de destrucción, explotación o colonización masiva. Somos niños esperando que los adultos cojan el volante y resuelvan la situación, pero los adultos son Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Bill Gates y Elon Musk y no vienen a salvarnos.

Para que su futuro exista, el nuestro tiene que desaparecer.

Marta Peirano, escritora y periodista española, en «No vienen a salvarnos»

Seguridad informática: aprendiendo a minimizar los riesgos

«Creemos que toda nuestra información se encuentra protegida y almacenada pero no es así. El papel de la educación y de los medios masivos de comunicación resulta imprescindible en la capacitación y minimización de riesgos.»

Así comienza el extenso y muy completo artículo de la periodista Mariana Mei para la Revista y Agencia Comunas, titulado «Inconsciente colectivo sobre seguridad informática», en el que se tratan cuestiones como el cuidado con que una persona debería desarrollar sus actividades en el ámbito informático, a fin de construir una ciudadanía digital en modo seguro. La atención, el cuidado y el resguardo de la información sensible por parte del propio usuario son fundamentales para evitar situaciones indeseadas en el ámbito digital.

Con opiniones y consejos de varios especialistas en los distintos aspectos del tema, el artículo va desgranando una serie de consejos y advertencias sobre los riesgos y las diversas formas de lograr una experiencia virtual segura.

Agradeciendo desde ya a la periodista por haber considerado mis aportes al tema, comparto aquí el artículo, que se puede leer completo haciendo clic en este link. Para bajarlo en formato pdf, clic aquí.

Actividades escolares intermediadas por las TIC durante la pandemia

Durante el desarrollo de las clases en modo virtual, a causa de la pandemia por el COVID-19, pudimos desplegar y utilizar una variedad de herramientas virtuales que nos permitieron sostener una escolaridad ya de por sí afectada por la cuarentena.

Con diferentes grados de dificultad, ya sea por la presencia o la carencia de recursos informáticos, a partir del esfuerzo de docentes e instituciones se pudo sostener una escolaridad, que aunque exitosa no estuvo exenta de limitaciones y dificultades.

Una de las instituciones en la que llevo a cabo la actividad docente, hizo un breve  recorrido por algunas de las actividades más significativas en una publicación propia. Por supuesto, la más importante fue la cotidiana: todos los docentes impartiendo sus clases diariamente a través de la pantalla. Pero también hubo varias otras que lograron sostener exitosamente el vínculo interrumpido.

Estas son algunas de ellas, en las que directamente o indirectamente intervinimos desde el área de Informática:

Producción y diseño de una guía virtual de navegación segura en la red (se puede bajar desde este link)

Taller virtual interdisciplinario «Construyendo ciudadanía digital» para familias de 7mo. grado, vía Zoom

Conmemoración del Día de la Bandera y Promesa de 4to. grado primaria, vía Zoom y retransmitido por YouTube

Diseño y producción de un libro digital con cuentos e ilustraciones de los alumnos de 3er. grado

Acto de cierre del ciclo lectivo, vía Zoom y retransmitido por YouTube

 

Hubo desde ya, muchas otras actividades (fiestas deportivas, reuniones de padres, entre otras). Destacamos algunas de las que se registraron en la mencionada publicación, una breve pero significativa muestra de los esfuerzos de la comunidad educativa para sostener la escolaridad en tiempos tan complejos.

Tiempo de responsabilidad

«Si un hombre educado de los días de la primera revolución tecnológica -tal vez un sumerio educado o un chino antiguo educado- nos viese a nosotros hoy, sin duda quedaría totalmente estupefacto ante nuestra tecnología, pero también estoy seguro de que hallaría una cierta nota familiar en nuestra instituciones sociales y políticas actuales. Al fin y al cabo, en términos generales, éstas no son fundamentalmente diferentes de las instituciones que crearon él y sus contemporáneos. Y estoy totalmente seguro de que sólo dedicaría una sonrisa de conmiseración tanto a aquéllos de nosotros que pronostican un paraíso tecnológico, como a aquéllos que predicen un infierno tecnológico de alienación, de desempleo tecnológico, etc. Muy bien podría murmurar para sus adentros: ‘Ahí es donde llegué yo’, pero, en cambio, cabe que a nosotros nos dijera: ‘Un tiempo como fue el mío y como es el vuestro, un tiempo de auténtica revolución tecnológica, no es un tiempo de exultación, pero tampoco es un tiempo de desesperación. Es un tiempo de trabajo y responsabilidad’.»

Peter Drucker (1978)

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